"El amor a los libros puede ser más fuerte que el gusto por una vida que se viera privada de ellos"
Claude Roy, El amante de las librerías

viernes, 13 de enero de 2012

De muñecas, ballets rusos y astronautas

Orientalismo
Como todos sabéis, al menos por las películas y los libros de Jane Austen y demás obras de época, la danza era una de las enseñanzas que recibían las jovencitas de buena familia, que no servía exactamente para rellenar sus "vacías" cabezas pero sí para cultivar su gracia como muñecas decorativas. Ya en la mitología griega encontramos a Terpsícore, la musa de la danza, representada como una joven esbelta y grácil, espejo en el que se miraban los escritores en busca de inspiración romántica en ese siglo tan especial en el que las mujeres estaban dominadas por una sociedad de hombres. El siglo XX trajo los movimientos feministas que contribuyeron a la reivindicación de la mujer como un igual, y ya en los años 20 y 30 la mujer elegante y exótica se convierte en el centro de la creación de los mejores escultores del momento, triunfa el Orientalismo y los cánones del XIX se difuminan ante la llegada de la modernidad.
La cuestión es que actualmente el amor a la danza es mucho más vocacional, es una profesión artística que se articula en el ámbito de la cultura. Para llegar a esto los ballets han seguido una evolución que implica una gran influencia en el arte,  por ejemplo, en el Art Decó. Ahora tenemos la oportunidad de poder contemplarla gracias a la muestra del Victoria & Albert Museum que este año podemos disfrutar en España (concretamente en tres ciudades, Salamanca, Barcelona y, a partir de febrero, en Madrid).

Esta exposición quiere rescatar en concreto la figura de Serguéi Diáguilev (Nóvgorod, 1872 - Venecia, 1929) a través de su compañía de danza, los Ballets Rusos, que nacieron en París en 1909 de una selección de los mejores bailarines del Ballet Imperial del Teatro Mariinsky de San Petersburgo.
Tal como nos cuenta la web de la exposición se muestra un recorrido por los escenarios y los acontecimientos más importantes que protagonizó la compañía en sus veinte años de existencia, sin la cual no podría entenderse la evolución de la danza en el siglo XX. Actuaron en Madrid y Barcelona, y artistas de vanguardia como Matisse, Picasso, Braque, Derain o Chanel participaron en el diseño de vestuarios y escenografías; músicos renovadores como Ravel, Satie, Falla, Stravinsky o escritores como Jean Cocteau trabajaron conjuntamente en este empeño, animados por Diáguilev.

Dividida en dos partes, “Diaghilev y la Edad de oro de los Ballets Russes 1909-1929” en el Caixa Forum,  y “Los Ballets Russes de Sergei Diaghilev y su influencia en el Art Déco” en el Museo Casa Lis, en este último podemos contemplar su maravillosa colección de Criselefantinas, que primero en la antigua Grecia y luego renovadas en el art Nouveau son un placer para la vista. Son unas figuras decorativas espectaculares, esculpidas con un detalle que las convierte en gráciles y delicadas, para mí remedo de esas musas griegas en cuanto que muñecas decorativas, pero con un aire ya distinto. 
Suelo acercarme a Salamanca a visitar este museo porque es extraño comprobar cómo un hombre al que tildaron de loco en su época pudo trasladar ese espíritu modernista a un callejón escondido pegado a la Catedral, con unas vistas admirables sobre el río. Os propongo acercaros por allí antes del 29 de enero, buscar la rana y el astronauta como manda la tradición al visitante, y no marcharos de la ciudad sin entrar a este museo.
Una idea más para un viaje de fin de semana.


 

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