"El amor a los libros puede ser más fuerte que el gusto por una vida que se viera privada de ellos"
Claude Roy, El amante de las librerías

martes, 1 de noviembre de 2011

Francisco de Paula Mellado y Orejuela: un editor de la España isabelina

El 11 de noviembre voy a presentar una comunicación en las Jornadas de la Asociación de Bibliografía Española. Tendrán lugar en la Biblioteca Nacional. En ellas voy a hablar sobre un editor, impresor, librero y empresario que llevo años estudiando. Fue el personaje central de mi tesina y ahora es la figura principal de mi tesis.
Francisco de Paula Mellado y Orejuela  fue uno de los impresores madrileños más importantes del tercio central del siglo XIX. Nació alrededor de 1810 en Granada y falleció en Bayona en 1876, tras una interesante vida en la que levantó un negocio boyante basado en su actividad editorial, impresora y librera. Llegó a crear el Banco Industrial y Mercantil, cuya base central siempre fue su imprenta. Creó además diversas entidades, empresas y aseguradoras que,  junto a otras actividades, dan a su figura una dimensión nueva en esos años de cambio en los que se desarrolló la configuración y deslinde de la figura del editor moderno tal y como la conocemos actualmente.
Cuñado de Modesto Lafuente, y totalmente integrado en esa bohemia intelectual de los años 30 del siglo XIX,  supo aprovechar lo que la vida le ofreció: comenzó como traductor, redactor, escritor e incluso taquígrafo, y levantó junto a su esposa Isidra una imprenta que fue ampliando con el paso de los años, basándose en la venta por suscripción, en su actividad de promoción de sus obras, en su trabajo personal, llegando a alcanzar cargos de responsabilidad y a ser una figura conocida de la época.

Son numerosos los periódicos que publicó en esos treinta años de actividad, al menos cuarenta, así como las colecciones o "Bibliotecas" que preconizaban las colecciones actuales de las editoriales de hoy en día. Su papel como promotor de la lectura en las clases medias es innegable, gracias a que supo utilizar ese sistema de suscripciones, con la Biblioteca Popular Económica o la Biblioteca Española, que al final hacían más cara la obra de forma global, pero más fácil de adquirir para un bolsillo medio.

Mellado se arruinó en la década de los años 60, justo cuando las crisis financieras de esos años y la salida del poder de la Reina Isabel II terminaron con una época. En mi último viaje a París recordaba los treinta y cinco años de destierro en esa capital de la reina, de la cantidad de españoles que salieron con ella rumbo a Francia, dando paso a otro periodo de la historia de nuestro país. Y me acordé de visitar las calles por las que Mellado transitó muchas veces, sobre todo la calle donde estaba una de las sedes de la librería que adquirió como emblema de su emporio. Una figura especial, al menos para mí.

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