"El amor a los libros puede ser más fuerte que el gusto por una vida que se viera privada de ellos"
Claude Roy, El amante de las librerías

jueves, 25 de agosto de 2011

La Ruta de Las Villas

Casi acabado agosto, sigo enganchada al mar. Pero cuando voy a la playa no puedo dejar pasar el tiempo sin buscar algo que me distraiga de la arena, al menos durante una tarde. Y pasear por la Ruta de las Villas, localizada en el paseo del norte de Benicassim, el "Biarritz de Levante", me pareció una buena opción para agotar estos días de sol.

A finales del s. XIX y durante las primeras décadas del s. XX, Benicassim se convirtió en un centro de veraneo para la alta burguesía y otras personalidades importantes castellonenses y valencianas. Buscaban los baños de mar, que se convirtieron en algo plenamente establecido y pautado ya en 1902, gracias a las recomendaciones médicas y a una guía de baños que seguían al pie de la letra los numerosos bañistas que acudían a a las casetas cada temporada. Y se fueron construyendo así distintas villas, que alojaron una intensa vida social, con veladas que se repetían durante el verano y servían como escaparate de la sociedad acomodada de aquellos años, con meriendas, las fiestas, los banquetes...

Con porches que miran al mar, y rejas de hierro fundido que acogen hermosos jardines, actualmente esta Ruta se divide en dos partes: la del “Infierno”, que debe su nombre a las escandalosas fiestas que se celebraban en las villas de esa zona, y la ruta de la “Corte Celestial”, llamada así por la tranquilidad de su actividad social. Cómo no, separadas ambas por el "Limbo".

Se conservan 51 villas catalogadas, de las cuales actualmente se pueden admirar solo 19, siguiendo el rumbo de la arena a lo largo del paseo marítimo. Comenzando en la torre de San Vicente y acabando en el tranquilo Hotel Voramar, por el que parece ser que pasaron escritores como Hemingway, Alejo Carpentier o Miguel Hernández, se disfruta de un trayecto jalonado por carteles que explican cada una de las villas: Carpi, Rosita, Victoria o Amparo, con nombres que homenajeaban a sus dueñas o al mismo mar.

Parece ser que el Hotel Voramar, al que se puede ir a pasar unos días ya que sigue funcionando, fue convertido en sanatorio durante la Guerra civil, y posteriormente fue reconvertido de nuevo en hotel. Sirvió de escenario para películas, como Novio a la vista en los años 50, y  novelas como la de Manuel Vicent, León de ojos verdes, de la que os dejo un fragmento. Es curioso al leerlo cómo se cambia la historia al llevarla a una novela.

La cuestión es que merece la pena visitarlas si estáis cerca, os dejo aquí un enlace que os ayudará a seguir mejor la visita.



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