"El amor a los libros puede ser más fuerte que el gusto por una vida que se viera privada de ellos"
Claude Roy, El amante de las librerías

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Libros que no compré (y luego me arrepentí) (I)

Este hábito de mirar libros, de visitar librerías, es algo que no puedo evitar, es una de mis rutinas. Y lo cierto es que suelo mirar muchos libros, pero comprar solo algunos. Y cuántas veces me descubro sosteniendo alguno en especial, sopesando si debería llevármelo o no.
Y ese es el problema, que a veces decido no comprar una obra que me ha llamado la atención, y pasado el tiempo sucede algo que hace que me arrepienta de no haberlo llevado conmigo.

Como esta mañana. Cojo el periódico de ayer, quizá sea del viernes, no lo sé, y encuentro un artículo de Vila-Matas recomendándome sitios que visitar en mi próximo viaje a París. Y de repente leo un nombre: Danilo Kis. Y  recuerdo de golpe que yo tenía un libro de este escritor húngaro, es más, visualizo la cubierta del libro que compré en una feria de ocasión, y me acerco a la estantería y allí está, amarillo de los años y del poco caso que le he hecho en todo este tiempo: Una tumba para Boris Davidovich.
Lo cojo con cuidado, miro la fecha en la que lo compré, hace ya más de una década. Y por casualidad dirijo mis ojos a la derecha, y allí, justo al lado, me esperaba un libro prestado por un amigo: un libro de Jacques Bonnet, fascinante, titulado Bibliotecas llenas de fantasmas, y sin pensarlo más abandono el primero y abro la cubierta del segundo, con cuidado, evitando que se marque el lomo porque parece recién salido de la imprenta.

Y qué descubrimiento, ya en la primera página me esperan Pessoa y sus heterónimos. Bonnet nos cuenta cómo este pidió trabajo como bibliotecario en el Museo Condes de Castro Guimaraes, de Cascais, y cómo no llegó a conseguirlo. Siempre las bibliotecas y los escritores, qué atracción fatal. Y recordé cuando visité este museo, y su biblioteca, y encontré una Feria del libro cerca del mar, y un volumen de poemas de Pessoa con ilustraciones eróticas que estuve a punto de llevar conmigo. Pero lo dejé allí, sobre la mesa, rodeado de novelas baratas y textos en portugués. Y creo que me hubiera gustado poder leerlo ahora, cuando la memoria me trae el pasado. Porque le hice una foto, sí, para recordar la edición por si quería encontrarlo en otro momento. Pero las fotos son como los recuerdos, se pierden enmarañadas entre las fibras que componen la vida. Y quizá algún día la encuentre, perdida entre archivos o papeles viejos.
Mientras tanto seguiré leyendo a Bonnet, disfrutando con esas curiosas formas de ordenar bibliotecas que comenta, por orden alfabético, por continentes, por la encuadernación....Y el caso es que yo he ordenado los libros por colores alguna vez...
Ya veis, un  libro que no compré, algo de lo que luego me arrepentí.

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